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una nueva vida

  • criztel07
  • 13 may 2019
  • 6 Min. de lectura

Los días pasaron adaptándome a una nueva vida a lado de Cristol. Me hacía falta mucho mi familia aunque estar junto a él era divertido no podía deshacerme del sentimiento de pérdida. Mi mejor amigo, siempre me apoyó y ayudaba salirme con la mía cada vez que cometía alguna estupidez.

La familia Besnik trabajaba en una de las más grandes empresas farmacéuticas del mundo, sus hermanos y su padre se encargaban de los cargos más altos de esta, mientras que su madre y su hermana se entretenían haciendo compras y gastando el dinero que tenían, así que eso les daba mucho para hacer. Desde el momento que fui recogida solo había escuchado de ellos, nunca estaban en casa, solo lo llamaban por teléfono o enviaban correos, mensajes telefónicos, ni siquiera una video llamada… nada más, en él lo único que veía era soledad. Poco a poco repare el cambio en sus expresiones, cada vez cuando salíamos a jugar o hacíamos algo divertido.

Por la diferencia de edad siempre lo vi como a un hermano, como Santiago sería en ese momento.

No tuve tiempo de despedirme de él, a veces me gustaba pensar que él sería quien fuera por mí, quién me buscaría, ya que mi madre y padre tenían algunos problemas no habría ningún inconveniente con que él fuera quien se encargara de mí, sin embargo, el tiempo pasó y no apareció. No era algo tan grande de que preocuparse, tenía a un buen amigo cerca de mí, sin la ansiedad de más allá de lo inmediato… por el momento.

Una tarde paseando por el jardín, apenas unos días después de haber cumplido los 14 años, escuché a una sirvienta hablar con el jardinero

-…tiene gustos muy específicos en cuanto se refiere quien se acerca al chico, de hecho no sé cómo terminó en esta casa, pobre muchacha – si hablaban de un chico y alguna muchacha no podía pensar en nadie más que en Cristol y en mí, a menos que fuera un cotilleo de fuera de la casa, que lo dudaba, siempre que los encontraba hablando a escondidas era el mismo tema: nosotros… claro que ya lo sabía, quedarme no podría augurar nada bueno, pero por más que me quería negar Cristol siempre encontraba una forma de obligarme.

-parece ser que fue cosas del señor que se encarga de los asuntos familiares, ese que tiene la autoridad de la casa, que yo sepa no tiene parentesco alguno aunque siempre lo veo como el más influyente aquí. Aunque la señora quisiera echar a la chica si él no lo autoriza no pasará. Es una realidad que se tendrán que separar en algún momento, esa chica no tiene familia y él tiene ya un puesto que cumplir. ¿Cómo se les pudo ocurrir dejarlos juntos? ¿Te imaginas? Una pobre como nosotros siendo amiga del joven heredero de la digna empresa de sus padres, nada más imagínate. No habrá quien acepte a la pobrecita y a final de cuentas él terminara aburrido y abandonandola también.

-lo siento por el joven porque ella ha sido la única compañía que él ha encontrado en este lugar- continuó la sirvienta- pero pronto se separarán y será muy triste para el joven, ella no tendrá por qué preocuparse, pero el joven tiene todo el tiempo para pensar y lamentarse, es triste pero hubiera sido mejor que no se conocieran- aunque Cristol era como la luz que me guiaba la que no me abandonaba, y el único consuelo que me quedaba, ellos eran capaces de decir tales crueldades, ¿Cómo podría yo vivir sin él? ¿Solos? ¿Sin tener nadie en quien confiar, o con quien apoyarnos? Locuras de gente que tiene tiempo para hablar.

-esa niña solo le traerá dolor y sufrimiento al chico. Dolores de cabeza con sus padres y después con toda la sociedad. ¡Dios!

-sería mejor separarlos de una vez por todas, han pasado siete años desde que se conocieron. Ver que la señora apenas está haciendo comentarios del disgusto que le trae verlos juntos puede ser la primera llamada de atención, han soportado suficiente su compañía, no debería haber ningún resentimiento, solo gratitud por parte de esa muchacha, nadie más la hubiera aguantado por tanto, aún está a tiempo de hacer lo correcto.

“¿separarme de Cristol?, el único amigo que tengo en este mundo, eso es imposible, pero…. Lo que dijeron era muy cierto entre más tiempo pasamos juntos solo daño podría traerle, él y yo aunque solo amigos nunca podríamos seguir juntos, conocería a más gente, personas importantes con las que tendría que convivir para trabajar como se debe, mientras que yo solo buscaría robar momentos de su atención, si no tenía que hacer, aparte recibir dinero de alguien a quien yo no conozco no puede ser bueno, ¿de dónde salía el dinero? ¿Quién es el encargado? ¿Qué quiere de mí?” Por más que lo pensaba no creí poder salir sin ser involucrada en asuntos mayores, es decir, yo no pertenecía ahí. Si me quedaba el que la pagaría sería Cristol, no le podía hacer eso a mi mejor amigo.

Esa misma tarde tome las pocas cosas que eran de mi pertenencia, y me escabullí fuera del lugar, no pude ni siquiera despedirme.

Estaba en la ventana cuando vi una sombra acercarse a mi cama, pensé que tal vez hubiera sido Cristol, pero si lo veía o él se daba cuenta que intentaba escapar mi plan había fallado. En un segundo noté que la figura era muy alta para ser mi amigo, su cuerpo era robusto, el de un hombre adulto. La forma en la que se quedaba plantado enfrente de mi antigua cama me dio curiosidad, bajó la mano a su cadera y sacó un instrumento de su cinto. La luz y el sonido fueron tan estridentes que mi cara se quedó paralizada un segundo. Alguien le había disparado a mi cama, no me dolía porque obviamente no había estado ahí, pero entonces lo pensé bien.

“¡Alguien le había disparado a mi cama! ¡Intentaron matarme!”.

Me aliviaba que Cristol nunca era dejado sin guardias, yo me llevaba bien con ellos porque habían visto como él y yo crecimos juntos así que siempre me dejaba ir y venir de su compañía, aunque a veces los regañados fueran ellos. Se suponía que yo nunca sería tan importante como para necesitar alguien que viera en las esquinas por mí, y aunque no me arrepentía que me dejaran sola, porque mi huida había sido más fácil sin ellos, me espantaba al peligro que me exponía.

No sabía porque habían intentado hacerlo, no sabía quién podría tener algo en mi contra a menos de que fuera la familia de Cristol por gastar su dinero o alejar a su hijo de sus deberes. La mayor parte del tiempo no era mi intención que se saltara sus clases, ambos nos aburríamos demasiado rápido, eso lo podía corregir, o al menos lo habían intentado corregir borrándome del mapa. Menos mal porque así nadie se atrevería a dañarlo, en cambio yo era otra historia. En ese momento caí en cuenta de lo que implicaba la situación.

Haciendo el menor ruido posible, con el sonido retumbando aún en mi oídos y la adrenalina que hacía correr mi corazón me empecé a mover. Esperaba que no se atrevieran a revisar mis cobijas antes de que estuviera lejos.

Bajé por la terraza, me colgué del barandal más cercano, esperando que los cuatro metros que habían del barandal al pasto debajo de mi los amortiguaran un poco los arbustos que se encontraba en el camino, escuche movimientos y algunas luces que se encendían así que me solté sin pensarlo más. El golpe fue fuerte y me dejó sin aire al caer en mi trasero pero afortunadamente nada estaba roto. Cuando me recuperé sentí un montículo blando debajo de mi mano, volteando para ver a qué pertenecía casi grito, si no hubiera sido por la tristeza que me invadía me hubieran encontrado inmediatamente.

Uno de los sirvientes que siempre nos había tapado las travesuras y defendido de otros que me trataban mal ya hacía con la garganta cercenada. Me alejé de él sin poderlo creer. Estuve tentada a regresar por Cristol pero seguí pensando que no le podían hacer daño con los guardias a su lado, y si era a mí a quien buscaban (que estaba bastante segura de que fuera el caso), él no tenía de qué preocuparse mientras yo me alejara.

La noche había comenzado yo intentando escapar de los problemas que le podría traer a la única persona que me importaba ahora del universo. Mientras más avanzaba más estaba segura de que era lo mejor, no existía otra razón del porque me hubieran intentado matar, si quería que nada malo le sucediera, era imperativo que me mantuviera lejos, así que de cierta forma ahora le puedo agradecer a la sirvienta y el jardinero chismoso porque gracias a sus muy malas críticas pude salir antes de que el cometido fuera llevado a cabo.

Salí de la propiedad, preocupandome únicamente de alejarme rápidamente lo más pronto posible.

 
 
 

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